Mi hija trabaja en una escuela de educación alternativa para estudiantes con necesidades que no se pueden satisfacer en un entorno de escuela pública tradicional. Desde mi retiro, he trabajado ocasionalmente como maestra suplente en la escuela. Cada salón tiene un «lugar seguro» donde los estudiantes pueden tomar un descanso cuando se sienten abrumados o con temor por una situación. El lugar seguro está ubicado en una parte tranquila del salón, y el uso creativo de materiales y muebles mejora la ilusión de aislamiento al proveer una barrera entre los ocupantes del espacio y otros estudiantes en el salón.
A veces, todos necesitamos un lugar seguro. Creo que las personas cristianas pueden acceder a este lugar seguro a través de Cristo: «En él, mediante la fe, disfrutamos de libertad y confianza para acercarnos a Dios» (Efesios 3:12, NVI). La lectura de la Escritura de hoy me calma cuando me siento abrumada o asustada. Sé que en la quietud de mi corazón puedo refugiarme bajo las alas de Dios donde encuentro consuelo, paz y gozo.
La Biblia nos dice muchas veces que Dios desea ser «nuestro amparo y nuestra fortaleza». En el lugar seguro que Dios provee, podemos encontrar valor y esperanza.
Dios, nuestro gran refugio, gracias por tu presencia y por tu deseo de protegernos. Ayúdanos a confiar en que nunca nos fallarás ni nos abandonarás. Amén.