En las manos del alfarero

Diez años atrás, tomé una decisión que tuvo un efecto devastador sobre mi familia — perdí mi matrimonio, mi carrera y pasé un período de cuatro años en el sistema de justicia penal, que incluyó dos años de cárcel. Aunque el tiempo en prisión ya terminó, mi situación de ex convicto jamás desaparecerá. Mi familia también lleva ese estigma. Tendrá por siempre las cicatrices de este calvario.

Al contemplar la última década vivida y todo lo que soportó mi familia, me siento atraído por el pasaje de Jeremías en el que Dios envía al profeta a la casa del alfarero a recibir un mensaje divino. El artesano estaba trabajando en una vasija que había quedado imperfecta, por lo que la convirtió en otra vasija. El mensaje fue claro: El Señor puede tomarnos imperfectos como somos y convertirnos en algo nuevo.

Hace diez años podía ser descrito como padre, esposo, empresario y proveedor. Hoy me identifican como servidor, empleado, escritor, amigo y consolador. Comprendí que, si Dios va a transformarnos en algo nuevo, debemos estar dispuestos y receptivos. Su obrar lleva tiempo. Debemos ser pacientes y, a la vez, seguir confiando en nuestro Creador.

ORACIÓN DE HOY

Fortalécenos, oh Dios, para que nos entreguemos en tus manos de alfarero para tomar la forma que tú deseas para nosotros. Amén.