TEXTO BÍBLICO
El Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el
huerto del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
Génesis 2:15
Mi hijita de 8 años llega todos los días hablando de su gran amiga Etienne, es una pequeña que proviene de Haití. Me llama la atención el entusiasmo con el que habla mi hija de su amiga, le provoca alegría y la estima muchísimo.
No veo el mismo entusiasmo y alegría entre los mayores cuando se refieren a los hermanos haitianos que se han avecindado en Chile en los últimos tiempos. Eso me provoca tristeza, por la dureza de los epítetos o sobrenombres al referirse a los inmigrantes, porque ya son parte de nuestra chilenidad y desde hace muchos años que convivimos con ellos. Incluso, muchos de los niños de hoy han nacido en tierra chilena y, por lo tanto, son chilenos.
Los países en el mundo están experimentando este fenómeno migratorio desde hace un buen tiempo, es una realidad mundial. No tenemos buenos ejemplos de países europeos, que reaccionan con violencia y atroces expulsiones para detener la inmigraciones ilegales o legales. Ese puede ser un punto importante de nuestra
reflexión en estos días: ¿Cuándo se trata de una inmigración ilegal o legal? Los habitantes de este vasto mundo que Dios nos ha proporcionado para establecer nuestras “casas”, tenemos el derecho de habitarlo en libertad y para la felicidad de nuestro futuro. Las fronteras que separan los países es un invento moderno que la historia sabrá juzgar, el hombre se ha adueñado de la tierra con un sentido económico, lo ha cercado con el fin de explotarlo y lucrarse de sus riquezas y ha olvidado al vecino que necesita también vivir y crecer.
Dios, Creador, nos llama a ser buenos vecinos con aquellos que llegan a vivir a nuestro lado y a compartir nuestras vidas en paz, solidaridad y amor entre todos los hombres y mujeres de este hermoso planeta.
ORACIÓN
Señor Jesús, Dios nuestro, ayúdanos a vivir con los hermanos de todas las razas en paz y armonía, como Tú nos enseñaste a amar al prójimo. Amén